En tierra firme
Linda Esperanza Aragón | @lindaragonm
Siempre lo digo: como no hay un tren que me lleve a los recuerdos, escogí la fotografía para abrazar mis nostalgias, mis raíces, mi presente; para intentar fotografiar el alma de la gente en el Caribe colombiano. La gente y sus emociones son las palpitaciones de la cotidianidad y del territorio. El asunto, para mí, es estar más cerca del terruño y crear memorias visuales para compartir y viajar hacia adentro.
Me
animo a atravesarlo en carro, moto, lancha, canoa... Ir a pie es aún más gratificante porque puedo contemplar con calma y saborear las anécdotas que me
encuentro en el camino. La velocidad es la enemiga del anhelo de narrar la vida
cotidiana de un lugar. También impide adentrarse en el paisaje, explorar las
costumbres, documentar con ardor los devenires y los estados de ánimo y
agradecer a las personas por la pureza de las acogidas —aunque a veces me
cueste relatar los adioses—.
Además
de la brisa que sabe bailar con las miríficas palmeras, me encuentro con
tertulias, fiestas, mercados, tradiciones resistentes y caribeños que son
imantados por el agua. En el camino no solo miro a los ojos, me aferro a
otros costados de las personas y de las escenas. Rebusco en los movimientos
palabras que dialoguen con la luz, esa luz natural que nunca me traiciona. Hay
silencios que se vuelven personajes fotografiables también.
Me zambullo en este pedacito de mundo llamado Caribe colombiano y no pierdo la hermosa capacidad de sorprenderme cuando saco la cabeza y vuelvo a mirar la orilla, la tierra, la arena.
El Caribe es mi tierra firme, y si alguna vez se borran las huellas de las carreteras, me quedan estas imágenes que nacieron de la apetencia de viajar por la región y de la naturalidad del instante, porque fotografiarlo y recorrerlo son de las satisfacciones inextinguibles que tengo.
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