Obsesión visual desbordante
#ApuntesDeLuz
Linda Esperanza Aragón | @lindaragonm
El agua siempre ha atravesado mi vida. El río Magdalena está unido a mi sombra. Nací en Barranquilla, Atlántico; y a los pocos días de nacida mis padres me llevaron a Bomba, Magdalena. Recorrí ese majestuoso río desde que mis primeros latidos conocieron este mundo. El Caribe colombiano es lo que tengo cerca, el río Magdalena es mi cómplice. La vida me tiende puentes para que siempre regrese y lo redescubra cada vez que obturo.
En ese río están mis recuerdos de la infancia. Estoy segura de que en ese río están las nostalgias que alguna vez perdí, aunque se diga que acudir a la nostalgia es peligroso.
El Magdalena se
besa con la ciénaga de Zapayán, ese cuerpo de agua en el que nadé hasta no
sentir los brazos. No olvidaré a las lavanderas y los pescadores que día a día
se encontraban en el puerto y hablaban sobre la vida, sus alegrías y sus
desesperanzas. Nadaba y me sumergía. El barro, mis pies y mi imaginación no
conocían al tiempo. Siempre he creído que el agua fue una inmensa ventana que
me acercó a un mundo anfibio, un mundo inolvidable de conexión y movimiento.
Desde la orilla o
con el agua hasta la cintura bebo de esta agua a través de las fotografías que
nacen. Y aunque ya no vivo cerca del río ni de la ciénaga, vuelvo siempre y
alimento mi obsesión visual. El agua crece en mí y cuando se desborda vuelvo a
nacer.
Agua, perdóname
cuando me alejo. Si tú me besas, soy toda tuya. Tuya soy, río.
Cuando deje de fotografiar seguro me marchitaré y morirá mi memoria, eso es lo peligroso.
Haz clic en la foto y desliza.
Agua,
perdóname cuando me alejo. Si tú me besas, soy toda tuya. Tuya soy, río.
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