Mamatoco tiene un patrimonio sabroso: el bollo tres puntá
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Linda Esperanza Aragón | @lindaragonm
Además de platos emblemáticos como la arepa de huevo, el tamal, el sancocho, el arroz de coco con pescado frito, el cayeye, el arroz de lisa, la butifarra, el mote de queso, entre otros; en el Caribe colombiano existen manjares que también conquistan los paladares, aunque no sean tan reconocidos por todos. Son manjares sabrosos que alimentan la identidad y la cultura de un lugar, como el bollo tres puntá que preparan las matronas en Mamatoco, comunidad de Santa Marta, Magdalena.
El bollo tres puntá, cuyo nombre y forma hacen alusión a los tres picos de
la Sierra Nevada de Santa Marta (Colombia), ha sido fundamental en la
alimentación de las familias de Mamatoco, lugar que fue testigo de aquellas
matronas que décadas atrás lo producían y vendían en el mercado de Santa Marta
(Colombia), en las tiendas y calles de Mamatoco y en sus casas, donde paisanos
y habitantes de la ciudad hacían largas filas para comprarlo.
El maíz, ingrediente principal del bollo tres puntá, fue esencial en la
nutrición de las comunidades prehispánicas, y la historia de los indígenas de
la Sierra Nevada de Santa Marta abraza a este majestuoso alimento que
transmitieron de generación en generación.
Hoy las hijas,
sobrinas y nietas de esas matronas luchan unidas para salvaguardar y exponer al
mundo este legado gastronómico palpitante en Mamatoco, que en sus inicios fue
un asentamiento indígena; luego, corregimiento y hoy es un barrio tradicional
de Santa Marta.
La señora Ligia
Núñez, una de las matronas mamatoqueras que lo sabe preparar a la perfección,
no siguió un manual para hacer este envuelto por primera vez: acudió a los
recuerdos de la niñez, en su memoria guardó escenas de la infancia en las que
sus antepasados lo cocinaban con gran dedicación y entusiasmo. Porque este
alimento no solo se cocina con leña, sino también con amor infinito.
“La primera vez
que hice el bollo tres puntá me acordé de mi madre y mi abuela. Me quedó
sabroso; ese día no se me olvida”.
Son recuerdos,
saberes y sentires que laten y habitan en su sangre y su voz; cada vez que la
señora Ligia se refiere a este envuelto se perciben su orgullo
y satisfacción de ser mamatoquera y defensora de la cocina tradicional.
“Desde que hice mis primeros bollitos tres puntá no he parado. Las personas me llaman o me escriben al WhatsApp y me encargan para degustarlos en fiestas y llevarlos a otros lados. Estos bollos han llegado a Aruba, Estados Unidos, Medellín, Barranquilla”.
Las matronas lo preparan de limpio, de queso y de panela con coco, tres
versiones que al probarlas roban suspiros y generan recordación. Más allá de
moler el maíz, amasarlo, envolverlo en la hoja de bijao y cocinarlo, ellas
están escribiendo una historia colectiva con la que combaten al olvido, porque el bollo tres
puntá es símbolo de tejido social, amor por la tradición y deleite innegable.
Matronas
es una palabra que requiere de fuerza para pronunciarla, pero, más que una
palabra, es una forma de ser. Son autoridad cultural,
referentes de identidad local y guardianas del
patrimonio más rico: la comida genuina y la cocina lenta que se hace con cariño.
Su
generosidad es tan grande que comparten el sabor de este alimento que heredaron
de sus madres, tías y abuelas. A través de la Fundación San Jerónimo para
el Adulto Mayor promueven espacios colectivos como los
talleres en colegios, el Festival del Bollo Tres Puntá (celebrado el último
domingo de agosto cada año) y las visitas a las tiendas del barrio para
proponerles a los tenderos venderlo y lograr que llegue a más personas.
Una
cocina puede dejar de existir si la comunidad no prepara sus platos, no los
come, no los comparte y no genera conversaciones acerca de los que cocina, pero
en Mamatoco los fogones no se apagan y este exquisito bollo se sigue comiendo
con carne guisada, chicharrón, queso, suero, pescado frito, hogao y huevos revueltos.
El bollo tres
puntá sigue latiendo como late el corazón de las matronas que luchan contra la
comida rápida preparando este manjar con ingredientes auténticos y generando
escenarios de encuentro y cooperación. La comunidad mamatoquera les reconoce sus aportes a la vida cultural y la memoria de los paladares
de Mamatoco y Santa Marta.
La fuerza y las ganas de la señora Ligia para prepararlo no se agotan; lo
manifiesta sin titubear:
“Seguiré haciendo el bollo tres puntá
hasta que Dios quiera”.
Si van a Santa Marta no duden en visitar a Mamatoco y probar el bollo tres puntá. ¡No lo olvidarán!
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Buenos Dios bendiga esas manos de nuestras matronas ,y esa tradición que nos dejaron nuestra bisabuela, abuelas ,y madres que hoy dan un aliento de sabor y olor para que no se a cabe está tradición y esa ricura de bollo .ojalá con el tiempo está tradición no se acabe ,y reitero viva el bollo tres punta
ResponderBorrar¡Que viva el bollo tres puntá!
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