En San Martín de Loba la tambora está en el alma

  Linda Esperanza Aragón | @lindaragonm


El territorio es más que un espacio físico: es las voces que resuenan en el corazón, la cintura que se menea con la esperanza; y la música que dialoga con la nostalgia, el presente y el porvenir.

Esa misma nostalgia con la que se les agradece y se homenajean en la cotidianidad y en las fiestas a los antepasados por los que nos dejaron, por el honesto desafío de cuidarlo y saberlo compartir con la región y el mundo.

El territorio es la gente que se une a la percusión, los cantos, las palmas, los bailes, los sombreros y las polleras para celebrar el tesón de un pueblo que no quiere olvidar sus raíces. La tambora es territorio para encontrarse y darse a la diversidad cultural. Para convivir sin reparos ni divisiones al calor que generan los cuerpos fusionados. Para entusiasmarse o llorar. Para estar vivos. La tambora se lleva en el alma.

En San Martín de Loba, en el departamento de Bolívar, ubicado en la región Caribe colombiana, la edición 34 del Festival Nacional de la Tambora fue, sin duda, un viaje profundo a una herencia ancestral que tejió a los pueblos caribes y al resto de Colombia, juntó a nuevas y viejas generaciones para entregarse a un mismo sentimiento e hizo vibrar los corazones con cada prá prá prá que nació al golpear los cueros.

Esta es la fiesta de la música tradicional, la resistencia y la identidad resplandeciente y generosa que caracteriza a los sanmartinenses, quienes tienen enquistada la tambora en las caderas, en la mirada, en el andar y en el alma.

 


































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